El estrés que se prolonga en el tiempo se reconoce como estrés crónico a diferencia del estrés agudo que tiene una duración limitada en el tiempo. Aprende a reconocer sus síntomas.
El estrés crónico puede ser consecuencia de una serie de hechos estresantes o puede vincularse con una sola situación que la persona no logra resolver.
El área del problema más frecuente en este caso puede estar vinculada a las relaciones interpersonales, de pareja o laborales. Algunos de sus síntomas son:
- Fatiga.
- Náuseas.
- Irritabilidad.
- Ansiedad.
- Síndrome de Colon Irritable: diarrea, náusea, flatulencia, dolor abdominal.
- Dolor de garganta.
- Fiebre, escalofrío, sudoración, sensación de calor.
- Dolores musculares y articulares, dolor en el cuello.
- Problemas de vejiga o de próstata, frecuencia urinaria aumentada.
- Presión sanguínea baja.
- Malestar general.
- Intolerancia al calor y al frío.
- Ganancia o pérdida de peso.
- Retención de líquidos.
- Alergias.
- Sensibilidad a medicinas, inhaladores, olores y comidas.
- Dificultad para la deglución.
- Palpitaciones.
- Rubor facial.
- Dolor torácico.
- Pérdida de cabello.
- Dolor ocular.
- Sensación de presión en la base del cráneo.
- Vómito.
Si bien el estrés en una determinada situación no trae consigo mayores riesgos para la salud, el estrés crónico puede resultar bastante grave afectando tanto la salud física como psicológica.