El estrés es un término que proviene de la Psicología y que su uso en la vida diaria, en los últimos años, se ha vuelto cada vez más común. Sin embargo, muchas personas no saben exactamente qué significa o a qué se hace referencia al emplear esta palabra. De esta manera, se le suele relacionar a la ansiedad e incluso se tiende a pensar que una es consecuencia de la otra. En la actualidad se sabe que este mal puede afectar a muchos de nosotros y se puede encontrar en cualquier ámbito o aspecto de nuestras vidas.
El estrés se puede definir como la consecuencia del mal funcionamiento del organismo (humano o animal) a responder de forma adecuada ante una demanda emocional, física o psicológica, sea esta real o imaginaria. Esto se manifiesta con una reacción fisiológica como una respuesta natural y necesaria para la supervivencia. De forma más sencilla, se dice que el estrés es la presión que enfrentan todas las personas como parte de la vida diaria. Así, puede ser tomado como una respuesta natural, en vez de señalarse como una enfermedad o patología. La confusión se genera debido a que, por lo general, el estrés deriva en malos hábitos o enfermedades que afectan directamente a la salud y por tanto nos impiden un normal desarrollo de nuestras vidas.
A diferencia de la ansiedad, el estrés puede ser provocado por cualquier situación o pensamiento que nos lleve a distintos estados de ánimo como angustia, frustración, furia, nerviosismo o ansiedad. Además, lo que para algunos puede resultar 'estresante' para otros no lo será.
Finalmente todos estamos propensos a sufrir de estrés pero no necesariamente debe ser considerado como una enfermedad. La carga diaria y constante del mismo sí podría derivar en un deterioro progresivo de la salud.